Cuando estamos alienados con nosotros mismos, los sueños, los deseos, las intenciones, las metas nos alcanzan a nosotros.
¡Nos repiten tanto, anda, sal y alcanza tus sueños, haz lo que tengas que hacer para alcanzarlos! Esfuérzate, sacrifícate, pon toda tu energía en alcanzar tus metas, que no nos damos tiempo de considerar que los sueños, los deseos, las intenciones, las metas nos alcanzan a nosotros.
En el momento que estas alineado con el poder de tu deseo, es algo tan intenso, tan grande, tan poderosa que el “universo” no puede dejar de escucharte, que es imposible que no sea testigo de tu enfoque y determinación y se manifieste en tu vida lo que ya está allí, concentrado en ti.
Centrarnos en lo que sentimos, en lo que somos, en lo que deseamos genuinamente nos da el poder de la manifestación, que no es algo exclusivo de ciertas personas, es parte de nuestra tecnología humana, todos podemos centrarnos en la energía universal de tal manera que vibremos tan pero tan alto, que no le quede a esto que llamamos “universo” (y que somos nosotros mismos) otra posibilidad de manifestarlo.
Cuando sientes de esa manera, tus sueños, tus deseos, tus metas, te alcanzan, te asaltan cuando menos lo esperas, porque sabes que eso es parte de ti, lo sientes, estas en ello, lo vibras, no queda otro camino que manifestarse.
El gran secreto de la manifestación, de la sanación, de la felicidad es la consciencia, porque el solo hecho de ser conscientes plenamente de algo, supone transformarlo o manifestarlo automáticamente, sin esfuerzos particulares añadidos.
No necesitamos esforzarnos, necesitamos despertarnos, escucharnos, conocernos, estar en consciencia de la grandiosa tecnología humana que tenemos.
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