No nos enseñan a expresar lo que sentimos, a decir con palabras lo que pasa en nosotros. Al contrario nos enseñan a reprimir lo que sentimos y mucho de lo que pensamos y por miedo al rechazo, a no ser queridos, a no ser bien vistos, a no ser aceptados, a ser muy «sensibles», a ser «demasiado emocionales», y un sin fin de creencias más, nos vamos quedando con lo que pasa por dentro, encerrándonos en nosotros mismos, sin permitirnos decirle al otro lo que sentimos y pensamos, sin permitirle al otro saber de verdad quienes somos.
Esto aplica tanto para lo positivo, como para lo negativo. Así nos vamos volviendo un poco solitarios, un poco incomprendidos, poco asertivos, y dejamos de darle al mundo nuestra mejor versión.
De alguna forma nos vamos quedando con lo que creemos que no está bien decir, con lo que nos parece una tontería que puede pasarse por alto, con lo que creemos que es muy obvio y no hace falta ponerle palabras, con lo que no nos gusta y hasta con los te amo, te agradezco, te valoro, te quiero, me haces feliz, los me gusta… Asi de alguna manera nos somos un poco desleales cada vez y el cuerpo y la mente de cierta forma se resienten de tanta deslealtad al alma, a la vida, a la expresión de ser lo que somos y sentir lo que sentimos… Si no nos expresamos libremente, el cuerpo se enferma, las relaciones se deterioran, nos volvemos duros, nos limitamos a vivir la vida para otros, nos mantenemos en un «no pasa nada» ilusorio, los demás no pueden acceder a nosotros, no nos amamos ni nos aman incondicionalmente…
Te invito a buscar centro, extender tu espalda, abrir tu corazón y reconocer tus emociones y sentimientos, a tener el coraje de expresar en palabras todo aquello que te guste, que ames, que te de alegría, a agradecer, reconocer, valorar, amar y decírselo a las personas que te rodean.
Te invito a ser capaz de decir más «NO» sin culpas, a poner límites con amor, a decir lo que no te gusta, lo que te inquieta, lo que te incómoda, hazlo con paz, con amor, con libertad, sin esperar nada del otro, pero con la certeza de que te eres leal a ti mismo.
Deja que los otros se ocupen de sí mismos, tú ocúpate de ti, de permitirte ser quien eres auténticamente… Los que te aman se quedarán.